El amor de los jitomates

La cebolla y tú

La Cebolla y tú

 

Era un frío día de invierno, la neblina cubría las rústicas calles de Tapalpa, un pueblo mágico ubicado en Jalisco, México
A Lorena le parecía que los días pasaban lento, el ambiente aumentaba su nostalgia, era joven y bella, pero la vida le había negado la posibilidad de hacer realidad su más grande deseo. Sin ánimo, caminaba para mitigar sus sentimientos.

En ese bello pueblo se encontraba un pintoresco restaurant, el aroma que el viento esparcía por las calles, invitaba a las personas a entrar a disfrutar los sabores de comidas de recetas ancestrales, la gente decía que en ese lugar se cocinaban las mejores comidas de todo el mundo.

La amable y tierna dueña era una anciana con bella sonrisa, su mirada inspiraba confianza, su alegre, suave y firme voz hablaba de amor, siempre tenía la frase exacta, a los clientes les gustaba conversar con ella, les contaba historias del pueblo, cuentos, parábolas, las divertidas anécdotas del restaurante, también les daba sugerencias o consejos.
Cada palabra que emitía parecía como si conociera la vida a cada persona, sus mensajes positivos animaban a todos los que se cruzaban en su camino.

Su nombre era Ameyali Pakki.
Ameyali significa “Manantial de sabiduría” el segundo Pakki significa “Alegría” los dos de origen Náhuatl.

Los fines de semana y en las temporada de vacaciones, los padres de Lorena la enviaban a Tapalpa para que ayudara a su abuela en el restaurante y de esa manera aprendiera los secretos de cocina y el negocio del restaurante.

Lorena amaba a su abuela, disfrutaba mucho estar con ella, pero no le gustaba cocinar ni aprender nada relacionado con negocios de restaurante. Pero lo que Lorena aprendería más tarde al lado de su abuela, marcaría su vida para siempre.

La gran pasión de Lorena era el baile, el ballet la había cautivado desde su infancia.
Fue en navidad cuando Ameyali Pakki le obsequió una caja envuelta en fino tul blanco con un listón rosa de satín que sujetaba una tarjeta, en ella Ameyali había escrito; “Feliz Navidad mi princesa. Esta caja contiene tu futuro”
La alegría de Lorena no pudo ser mayor, dentro de la caja había un par de zapatillas de ballet, un Tutu y su Maillot.

Cómo lo supiste abuela? Le preguntó Lorena

Ameyali Pakki había descubierto el gran amor que Lorena sentía por el ballet, un día que fueron al teatro a ver la obra de ballet de “La Bella Durmiente”
Lorena tenía los ojos aun más grandes y sus pies no dejaban de moverse al ritmo de la música.
Fue entonces que Ameyali, decidió hacerle el traje de bailarina de ballet.

Fue el mejor regalo que le pudo dar, todos los días, Lorena se vestía con el y bailaba frente al espejo, imaginando estar en un gran escenario.

Quería estudiar ballet pero sus padres le dijeron que no tenían el dinero, ni el tiempo suficiente para que asistiera a clases, además tenía la obligación de ayudar en las labores de casa, que ella era el ejemplo de sus hermanos, la responsabilizaban de cualquier travesuras que ellos hicieran.

No tuvo más remedio que obedecer, al llegar de la escuela ayudaba a su madre a servir la comida, en la limpieza del hogar, cuando lo hacía bailaba con la escoba, hacía su tarea y revisaba la de sus hermanos.
Por ser la hermana mayor, tuvo responsabilidades que no le correspondían pero todo lo realizaba con amor y muy rápido para después poder practicar lecciones de baile que veía en YouTube.

Así pasaron algunos años, sus padres no le habían permitido continuar con su más grande sueño, ellos creían que su pasión por el baile sería algo pasajero, no lo consideraban una profesión.

Creyendo que era lo mejor y sin tomar en cuenta su opinión, la inscribieron en la universidad de medicina para estudiar la carrera de Nutrición y Dietética.
Su padre era un reconocido Chef, y quería que ella estuviera especializada para el negocio de restaurantes.

Lorena se vio obligada a obedecer y aceptó. Sin ánimos ingresó a la universidad, pero se enteró que también incluían clases adicionales de cultura, pintura, escultura, lectura, escritura y baile se sintió muy afortunada de ver qué se trataban de clases de ballet.

Lorena no podía estar más feliz, había esperado mucho tiempo la oportunidad de hacer realidad su sueño y sus padres no tendrían que pagar extra por las clases.

Lorena llegó corriendo a su casa para darles la noticia, la agitación no le permitía hablar, cuando por fin pudo expresar su alegría, sus padres le dijeron que le convenía mas las clases de pintura.

Lorena tuvo que suplicar para que la dejaran asistir a las clases de ballet, no muy convencidos aceptaron pero con la condición de que al terminar la universidad iban a abrir un nuevo restaurante.

Esperaba los sábados con mucha emoción para asistir a la clase de ballet.
El resto de la semana era muy disciplinada con sus nuevas prácticas, al principio le pareció muy difícil pero eso le dió más fuerza para seguir ensayando, descubrió sus habilidades y las practicaba constantemente, cuando bailaba el tiempo no existía.

Para ella era magia, bailar con la música, se convertía en la nota principal de cada melodía, los movimientos la hacían volar, con ellos hablaba, expresaba lo que en su alma palpitaba.

A los seis meses ya dominaba todas las posturas y movimientos, cada uno lo realizaba de una forma natural era como si hubiera nacido con ellos.

Un año después, coreógrafos del ballet del Auditorio Nacional en la ciudad de México, buscaban a una bailarina que reuniera ciertas características, alguien les habló del extraordinario talento de Lorena, fueron a verla y convencidos la eligieron para interpretar a Clara en la obra clásica de El Cascanueces, de Ernest Theador Amadeus Hoffman que adaptó Alejandro Dumas con la música de Piort Ilich Chaikovski.

La puesta en escena sería en el teatro de la ciudad en el mes de diciembre para celebrar las fiestas navideñas.

No pudo contener el llanto de emoción, cuando tuvo en sus manos el maravilloso vestuario de su personaje.

Lo primero que hizo fue llamar a su abuela para decirle la buena suerte que había tenido.
Ameyali Pakki, la felicitó y le dijo;
“La suerte no existe, así lo llaman pero en realidad es el resultado de las buenas decisiones”.

Los nervios la invadieron pero el miedo se disipaba al recordar las palabras de su abuela.

Estaba feliz, se sentía segura, estaba lista para dar lo mejor de ella, pero sucedió lo que nadie imaginaba, un terremoto, en la ciudad de México.
El movimiento telúrico destruyó parte del teatro, por tal motivo todas las presentaciones quedaron canceladas.

La tristeza no la detuvo, continuó con sus estudios preparándose para una nueva oportunidad.

Un día sus compañeros de escuela, que estudiaban Lectura y Escritura, la invitaron a escuchar una conferencia, allí conoció a Fabián un atractivo hombre, algunos años mayor que ella, él era maestro de literatura, comenzaron a salir juntos, la platica de Fabián la cautivaba, admiraba todo en él, Lorena se enamoró perdidamente.

Los primeros meses él fue cariñoso y comprensivo pero poco a poco se fue convirtiendo en un ser posesivo y celoso de todo lo que a Lorena le brindara felicidad. Se sentía su dueño y pretendía ser el único motivo de sus alegrías.

Ella confundió cegada por el amor que le tenía, creyó que era su forma de amarla y lo aceptó.
Sin percatarse, se fue sometiendo a sus caprichos, a las limitaciones que le marcaba, dejó de vestir como a ella le gustaba, ya no frecuentaba a sus amistades, tenía que editar lo que hablaba para que él no se molestara.

Lorena fue perdiendo su identidad, apagando su alegría, pero no se había desprendido de su pasión por el baile a pesar de los conflictos que eso le provocaba con Fabian, ella continuaba estudiando y practicando.

Pero siempre bajo la supervisión de él, en ningún momento la dejaba asistir sola, él, la tenía que acompañar a las clases con el pretexto de protegerla, cuando ella se encontraba distraída, él no perdía oportunidad de cortejar a las demás compañeras.

Las discusiones por el baile fueron en aumento, una tarde Fabián quiso “castigarla” Le dijo que sí para ella era más importante el ballet que él, que se fuera sola, que de seguir con su locura por el baile, tendrían que terminar su relación.

Lorena sintió que el mundo se oscurecía para ella, que no podría continuar sin él.

Lorena no pudo contener el llanto, sintió rotas sus ya débiles y cansadas alas. Con mucha tristeza no acudió a la que sería su última clase, sin imaginar la noticia que le esperaba.

La maestra conocía el potencial de su talento, preguntó a sus compañeros por ella, era una fecha muy importante y especial. La maestra les notificó que ya no daría clase porque había obtenido un excelente trabajo en una de las mejores escuelas de arte escénico en París.
Los directivos de esa academia estaban en la ciudad México en busca de talentos, que llegaron a la universidad para hacer esa misma tarde, una audición y otorgar una beca al estudiante más sobresaliente.

Todos los alumnos deseaban obtener la importante beca, cubría todos los pagos y materiales de estudio. Incluía el viaje, el hospedaje, un importante apoyo económico y por supuesto el ingreso a la mejor academia de Danza de Ópera en París, Francia.

La maestra le llamó pero Lorena no contestó el celular, entonces decidió ir por ella.

Lorena no lo pensó, inmediatamente fue a su closet y tomó un paquete, era el vestuario de Clara, su personaje de El Cascanueces, lo había guardado envuelto en el tul que cubrió el regalo de su abuela.

Rápido regresaron a la universidad, Lorena corrió a vestirse temiendo que ya no le quedará pero el traje le quedó perfecto.

Sus tristes pensamientos se mezclaban con el nerviosismo colectivo que se sentía en el aula de espera, a Lorena le tocó el último turno, los demás participantes hicieron su presentación con éxito, todos estaban bien preparados.

Por fin llegó su turno, tomó el tul de su abuela y lo colocó en su muñeca, sería su amuleto de la buena suerte y el abrazo de su amada abuela, recordar su sonrisa le dio ánimos.

Entusiasmada, bailó ante los jueces, con pasión desahogó sus sentimientos en el baile, era allí en donde encontraba la libertad, el permiso de ser feliz, en ese momento expresó su sentir, ella sintió que no transcurrió el tiempo, la magia del baile la envolvió al grado de que olvidó que estaba en plena audición.

Cuando terminó, el sonido de los aplausos la hizo volver a la realidad. Los jueces y directivos estaban de pie, sorprendidos por el gran talento de Lorena.

Inmediatamente le otorgaron la codiciada beca.

Sus maestros y compañeros la felicitaron, sabían que ella era la que merecía la beca.

Llena de emoción olvido el motivo de su tristeza, fue caminando y bailando durante el trayecto a su casa, planeando todo lo que tenía que hacer para emprender el viaje hacia su destino.

Al llegar a su casa encontró a su padre muy enojado, le reprochó su mal comportamiento, con gritos le preguntaba porque los había deshonrado, que se había convertido en una cualquiera.

Lorena no entendía lo que sucedía, quiso hablar pero su padre le dio una cachetada, nunca le había pegado, fue tan fuerte el golpe que Lorena cayó al suelo.

Su padre se sorprendió de su impulsiva acción y prefirió salir de la casa.

Sus hermanos estaban asustados la abrazaron, su madre le dijo que Fabián había ido y llorando les dijo que ella lo engañaba con sus compañeros de Ballet y planeaba abandonar la universidad para huir con ellos a París.

Fabian se las había ingeniado para vigilar sus acciones, de esa manera se había enterado de su éxito.

Las lágrimas corrían por su rostro, lo que más le dolió es que su padre hubiera creído esa miserable mentira.

“Hija, lo mejor será que te vayas unos días con tu abuela mientras tu padre recapacita”
Es lo mejor madre, por más cosas que hice para agradarlos, por complacer a ustedes y a Fabian, no lo logré, ahora tengo que abandonar la una gran oportunidad que tenía.

Lorena tomó el primer vuelo a Guadalajara, para trasladarse en camión a Tapalpa.

Ameyali Pakki, vió llegar a su nieta con un triste semblante. Le pregunto el motivo de su tristeza, pero Lorena contestó que no le sucedía nada, no quiso preocuparla con sus problemas, la amaba demasiado y no quería lastimarla.

Conocía el gran amor que su abuela tenía por su hijo.

Pero su abuela ya sabía lo que Lorena le ocultaba, su hijo le había llamado arrepentido, le dolía mucho lo que había hecho.

No quiso preguntarle más, con mucho cariño la abrazó y con sus manos levantó su rostro.
Le pidió que pelara las cebollas que estaban en una caja.
“Todas, qué vas a hacer con tantas cebollas”? preguntó Lorena,

“Voy a hacer algo muy importante, con la cebolla y tú, ya lo veras”

Cuando Lorena terminó de quitarles la primer piel a todas las cebollas su rostro estaba lleno de lágrimas, sonriendo su abuela le dijo que quitara la segunda, lo hizo pero Ameyali le volvió a decir que les quitara otra capa.

“Abuela, no creo que sea necesario… Su Abuela la interrumpió, “Hazlo”

En cada capa que quitó encontraba lo mismo.
“Ves abuela, fue inútil quitarle tanta capa todas son lo mismo”

Su abuela le sonrió y le dijo “La cebolla y tú son iguales” Quita esas capas innecesarias de tu vida, arroja al viento la tristeza, No tienes que ser diferente para complacer a los demás, eres como las cebollas, por más capas y capas que te pongas, tu corazón guarda tu esencia, tu verdadera identidad, sigue tu camino, confía en ti.

Lorena limpió sus lágrimas. Su abuela continuó hablando;

“Al abrimos una cebolla lloramos creyendo que es su jugo lo que nos provoca las lágrimas, pero la verdad, es la magia de la sabia naturaleza que guardan las cebollas, ellas saben cuándo necesitamos limpiar el alma.

Corta una cebolla cuando estas feliz y no derramarás lágrimas. Las cebollas nos quieren dar el conocimiento y la fortaleza que tienen en cada capa de su ser, la primer piel es delgada pero muy fuerte, la cebolla y tú tuvieron que cubrirse con esa capa para protegerse.
Lucha por tus sueños, no los abandones por nadie ni por nada.

Las cebollas se llevan muy bien con todo, en la mayoría de las comidas son la base de un buen sazón, igual que tu mi niña, haz lo que te hace feliz, baila dale sazón a tu vida”.

Conozco el motivo de tu tristeza, mi hijo me llamó.
Él siguió su vocación, no tiene porqué imponer sus deseos.

Nadie brilla con luz ajena, cada uno de nosotros tenemos una misión que cumplir en esta vida, Dios nos da talentos, son nuestra herramienta para cumplir el propósito por el que nacimos.

Los regalos de Dios los debemos aceptar con agradecimiento, muchas veces no comprendemos, porque no conocemos el camino hacia nuestro futuro, pero Dios creó nuestro plan de vida.

Si no cumplimos con nuestra misión, no pasa nada, hay muchas personas dispuesta a recibir esos dones para hacer cosas maravillosas.

Nunca bajes tu Luz por nadie, sigue brillando cada día más
Naciste para ser feliz, no para cumplir las expectativas de otras personas

Abuela “No sé qué fue lo que sucedió, en qué fallé, Fabián me hacía feliz “

Ninguna persona es responsable de tu felicidad, ni dueña de tus actos.
Si analizas, verás que Fabián no es el único culpable.
En las relaciones tóxicas, también somos culpables por no saber poner un alto a tiempo, por no atrevernos a decir “No” a lo que anula nuestra vida.
Al comprender esto, el dolor es más grande pero al mismo tiempo descubrimos que aún estamos a tiempo.

Cuando tengas que cerrar algún capitulo de tu vida, no regreses la página, vive tu presente feliz, agradeciendo el pasado que te llevó a nuevos senderos.

Y perdonarte será tu liberación, entonces te amaras y volverás a cuidar de ti.

“Gracias por tus consejos abuela”

Mis consejos son solo sugerencias, puede haber mil manos tratando de ayudarte pero si tu no rompes las cadenas de tus ataduras, nadie podrá ayudarte, solo tu tienes esa llave, busca y la encontrarás en tu intuición, en la voz de tu alma, en el grito de tu cuerpo.

No te preocupes hija, con las preocupaciones no cambian las cosas, pensar en los problemas una y otra vez, solo nos daña, física y mentalmente. Mejor ocúpate de ellos, cuidando de ti.

Ve a descansar, mañana sale de nuevo el sol y con él nuevas oportunidades.

También mañana llegan tus padres, la cebolla y tú tienen una cita, vamos a preparar para ellos, una comida especial a base de cebollas.

La cara de Lorena fue de preocupación.

Confía en mí, conozco a mi hijo, estoy segura de que recapacitó, porque te ama.

Al día siguiente llegaron sus padres y hermanos, todos la abrazaron y besaron.
Lorena no soltó a su padre, él se disculpó acariciando la mejilla que lastimó y le entregó un sobre que contenía su pasaje a Francia.

Al llegar a la mesa vieron la comida preparada con cebollas, su padre rió y le dijo:
Sí, lo sé, Lorena la cebolla y tú son lo mismo. Yo también soy un cebollón.

Volteó a ver a Ameyali y le dijo: Lo siento, el otro día lo olvidé. Gracias mamá, te amo

Amayali le dio un regalo a Lorena.
Era una cebolla dentro de un tul con listón rosa.
“Para que nunca olvides el parecido de la cebolla y tú”.

Regresaron a la Ciudad de México, los días siguientes Fabian trató de reconquistarla, le pidió perdón, ella aun sentía amor por él, pero ahora ella se amaba.

Lorena terminó sus estudios en la universidad, se graduó con mención honorífica.

Su familia y ella abrieron la cadena de restaurantes “Allium Cepa” que es el nombre científico de la cebolla.

En París, Lorena alcanzó la fama, hizo giras bailando por todo el mundo.

Ameyali Pakki viajaba con ella, en cada país al que llegaban, firmaba sus libros de recetas, se vendían como pan caliente.

Lorena y Ameyali también daban conferencias de superación personal, tituladas La cebolla y tú.

 

 

 

La cebolla y tú

La cebolla y tú